Tras ocho meses de silencio, hablo de ruido.
En Holanda son ruidosos. Dicen de los españoles que los somos, y lo somos, pero aquí el ruido cotidiano es provocado por una especie de poca delicadeza en las acciones cotidianas, lo cual implica una falta de estética costumbrista que gññññ. Los holandeses (siempre en términos generales, sí) son poco delicados, un poco brutos. Así que he de romper una lanza (una pica de las de aquí) por esa imposición cultural ibérica por la que si elevas tu nivel de ruido, eres mal visto o reprobado.
Id est, en una oficina holandesa puedes hacerte un café de máquina poniendo un irritante especial hincapié y detallismo en sacar una espuma de leche densa dándole bien de vapor, lentito, con la infernal cánula lateral que es como el tubo de escape modificado caniculero de la cafetera, pero peor porque lo tienes en la oreja. Esto mientras tu jefe de metro noventa y cinco, con tripa propia más de señor español que holandés y cara de "como cagues una coma, editorcillo, te cago yo lapidado a bulbazos", mantiene una reunión con unos stake holders o algo con palabras apenas audibles por el barullo del desayuno. ¡Y no dicen ni mú!
Si esto sucede en una oficina española lo mínimo es que te tiren un vaso de IKEA a la cabeza, que los compañeros te regañen con vocerío estilo Salsa Rosa o que el jefe cabrón (hay algún otro tipo en España?) te ponga en el rincón con un azote en el culo, por niño tonto, que hay que ver lo te queda por aprender, chavalín.
En fin, que hacen ruido al dejar las cosas en la mesa (las tiran, no las dejan. Una muestra desagradable de ver como no se aprecia el valor de las cosas porque son sustituíbles: tienen dinero y consumismo en las venas); al comer patatas estrujan la bolsa sin cuidado, pero no de una manera normal, sino como queriendo molestar; si creen que tienen que probar sus timbres de movil en el tren, los prueban, porque ellos tienen que probarlos; si tienen que hablar alto, no miran si pueden molestar, y nadie dice nada porque si lo hacen seguro que hay una razón para ello y están en su derecho. De eso se trata, de que cada uno tiene derecho a lo suyo, individualismo extremo, pero respeto por ello también extremo.
Cuando me acuerde de más ejemplos de ruiditos del tipo por que yo lo valgo, actualizo esta entrada.
Hale, me tomo el café que me ha quedado muy rico con esta espumaza.
ep
martes, 10 de noviembre de 2009
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